- ¿Han pensado en el camino que deben recorrer los alimentos antes de llegar a su boca? ¿Por qué no es lo mismo comer un pescado en un restaurante lejano a su hábitat que saborearlo cerca de él? La antropóloga y cocinera colombiana Natalia Quinceno desarrolla sus investigaciones sociales a partir de objetos vinculados a la vida cotidiana de los territorios que estudia. Sobre eso expuso en el marco del curso internacional «Estrategias metodológicas para territorialidades enmarañadas» de MOVYT, DTes, Coes y Contested Territories.
Santiago, jueves 12 de noviembre de 2020.- “Si no somos afectados por las fuerzas que afectan a las personas donde estamos haciendo el trabajo de campo es difícil establecer una relación que permita el conocimiento” dijo la antropóloga y cocinera colombiana Natalia Quinceno al referirse al “encuentro etnográfico” que ocurre -o debería ocurrir- a la hora de hacer investigación social.
Para explicar nuevas formas de estudiar los fenómenos sociales que permitan este encuentro, presentó el proyecto “Recetario de sabores lejanos”, una novela gráfica que narra las consecuencias en la comida de las transformaciones ocurridas en el territorio de ocho regiones de Colombia, a raíz de las dinámicas del conflicto armado y el narcotráfico, articuladas a la minería ilegal y el extractivismo.
Realizado con un grupo de investigadores e investigadoras, historietistas y dibujantes, el libro cuenta en formato cómic documental cómo los sabores comienzan a hacerse lejanos cuando empiezan a ser parte del pasado debido a estos conflictos que producen un despojo, un desplazamiento o una pérdida directa en el lugar en el que las personas viven y se abastecen.
Esto ocurrió, por ejemplo, con un pescado propio del río Atrato que se sacaba en territorios estratégicos del conflicto armado en Colombia, “cada vez lo veían menos, se volvió carísimo y dejó de ser parte de la vida cotidiana de las comunidades del lugar”, cuenta Natalia, agregando que luego se hizo exclusivo, pasando a ofrecerse en restaurantes donde toda su trayectoria desapareció, quedando solo lo exótico del sabor.
Natalia Quinceno llegó por primera vez al río Atrato en el año 2010 y, desde entonces, ha estrechado los vínculos que la animan a seguir pensando y aprendiendo desde lo que la gente afrodescendiente en el Atrato llama “embarcarse y vivir sabroso”. A través de la comida y también del bordado ha podido desarrollar esta exploración etnográfica de las cotidianidades de los territorios mencionados.
Su exposición fue parte del curso “Estrategias metodológicas para territorialidades enmarañadas” organizado por el Núcleo Milenio Movilidades y Territorios (MOVYT), el Doctorado en Territorio, Espacio y Sociedad (DTES) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile, Contested Territories y el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).
En su charla instó a los participantes a pensar en un ingrediente, alimento o técnica de preparación que les evocara un momento y un territorio en particular “los invito a pensar las trayectorias que ese alimento ha recorrido para llegar a sus manos, los retos para su preparación y a sentir los aromas, texturas y características generales del mismo”, dijo. Luego, argumentó que la etnografía se hace desde el afecto, entendiendo como afecto “eso que nos mueve, que nos moviliza hacia un proceso de conocimiento”, citando a la antropóloga francesa Jean Fravet Saada, una de las etnógrafas defensores del diario vivir.
También se refirió al proyecto “Remendar lo nuevo”, investigación realizada por la colectiva colombiana Artesanal Tecnológica que implementó una serie de herramientas para promover el diálogo y la reconciliación trabajando con mujeres víctimas del conflicto armado de ese país, a través de instrumentos como las “escuchas bordadas”. Se basaron en la necesidad de amplificar las conversaciones partiendo de la idea de que seguir hablando solo entre las víctimas o con las personas que trabajan con las víctimas no contribuye a generar la empatía necesaria respecto a sus historias en el resto de la población.
La exposición y el curso en general parten de la base de que los métodos cualitativos (entrevistas, grupos focales, observación participante) se hacen insuficientes para entender dimensiones que van más allá del discurso. De allí la necesidad de explorar nuevas técnicas, lo que implica también pararse desde una perspectiva feminista a la hora de pensar en la investigación, marcada por la indagación, por trabajar de una forma no estándar que pueda llevarnos a lugares nuevos y sorprendentes “Necesitamos salir del orden de lo que consideramos que es conocer”, concluyó Natalia.
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