La movilidad juega un papel fundamental en la vida cotidiana, ya que gracias al movimiento en el espacio accedemos a trabajo, educación, salud, y nos vinculamos con el territorio que habitamos. De allí que aprender a observar los fenómenos de nuestra vida en movimiento contribuya a construir ciudades más conectadas con las formas de vida de sus comunidades.
La nueva Ley de Aportes al Espacio Público ha revelado la movilidad como dinámica social, exigiendo desarrollar iniciativas que mejoren las condiciones de nuestras urbes. Así, los Planes de Inversiones en Infraestructura de Movilidad y Espacio Público que requiere, se plantean como herramientas de gestión territorial de los aportes recibidos por los municipios desde los proyectos inmobiliarios.
Para ayudar a observar estas dinámicas de movilidad, situándose en aquellas problemáticas que pueden solucionarse, el Núcleo Milenio Movilidades y Territorios creó Trayectopia, un juego de cartas que recoge múltiples experiencias de trabajo colaborativo con municipios y funcionarios públicos de distintos lugares del país. Esta nueva herramienta diagnóstica busca generar empatía entre participantes que van construyendo relatos cotidianos de movilidad urbana y rural, incorporando variables poco atendidas en los procesos de planificación como el ciclo de vida, las características socioeconómicas o emocionales de los viajes cotidianos, entre otras.
Así podemos reconocer barreras, relacionadas al estado de conservación de las veredas o los refugios peatonales, que pueden convertirse en oportunidades de inversión y mejora para adecuar los espacios públicos a las necesidades de los habitantes y a sus distintos modos de transporte (bicicletas, sillas de ruedas, coches). En este reconocimiento de barreras juegan un papel importante cualidades como la temperatura, por ejemplo, que son claves para el diseño de áreas verdes, sombreaderos o refugios adecuados para la espera y la intermodalidad.
Uno de los lineamientos que propone el MINVU, a través de la Ley de Aportes al Espacio Público, es la equidad urbana y la cohesión social. De allí que los planes comunales e intercomunales deban fortalecer las relaciones de los habitantes con el espacio que los alberga y dirige sus trayectos, mejorando su calidad de vida en movimiento. Sólo así podremos establecer coherencia entre las soluciones implementadas y los problemas cotidianos en materia de espacio público y desplazamiento. Si convertimos las barreras en oportunidades de inversión los proyectos serán de pronta implementación, alto impacto y vinculados con las demandas sociales en movilidad y espacio público.
Por Liliane Etcheberrigaray. Coordinadora Nacional DOM En Línea, MINVU
Columna publicada en El Desconcierto
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