Feminismo de la calle al comedor
Por Constanza Ulriksen
Núcleo Milenio Movilidades y Territorios MOVYT
La crisis se vino con todo. Está moviendo estructuras, pensamientos y valores, y conquistando territorios insospechados. Así, cuando ya habían pasado varias semanas desde el estallido y el foco estaba puesto en los saqueos y la violencia a la propiedad privada, aparecieron Las Tesis en la calle.
Aunque venían desarrollando su acto performático hace más de un año, tomaron fuerza el 25 de noviembre en Valparaíso, para la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Hacia las Mujeres. Desde ahí el fenómeno se movió rápido hacia otras ciudades de Chile y el mundo, con un enorme audiencia paralela en redes sociales. En pocos días llegó incluso a Turquía, eso es lo último que supe. Y estuvo también en la mesa de mi casa.
Asombradas por los videos de esta coreografía de mujeres, mis hijas de 11 y 2 años, junto a la hija de mi pareja, de 21, compartimos preguntas y respuestas sobre este fenómeno móvil, multiplicando en esta conversación un conocimiento que proviene de las teorías feministas, en este caso, la de Rita Segato, sobre la violación y su impunidad.
Las Tesis, grupo que transforma teorías feministas a un formato performático para llegar a un público más amplio, convirtió esta puesta en escena en una intervención callejera que terminó siendo un fenómeno mundial que multiplica día a día el alcance de un conocimiento transformador, traspasando géneros y generaciones. Esta manifestación aglutina, generando una comunidad de mujeres a la que cada vez más hombres se suman con respeto y humildad; cobija, abriga y motiva a mujeres violadas a compartir sus dolorosos testimonios. A medida que el movimiento crece aprendemos de sus versos y empatizamos con las historias particulares que van apareciendo. Se genera complicidad.
En mi mesa de varias generaciones aprendimos de patriarcado, opresión y femicidio, de la culpa en las mujeres, de identificar gestos masculinos de violencias varias. Es un conocimiento tan transformador que hasta motiva nuevos saberes. Como cuando aparece en la última estrofa algo contradictorio y mi hija pregunta, “mamá ¿por qué amante carabinero?” Y nos mueve a buscar y conocer más, ahora, de una institución y del Estado. Aprender a identificar violencia en frases de canciones de instituciones que deben protegernos no es fácil, pero hay que hacerlo. La violación puede venir de abuelos, padres, tíos, vecinos, amigos. No es fácil decirlo, pero hay que hablarlo. Yo no tuve esa oportunidad.
Cientos de miles de mujeres –y también hombres– mueven sus cuerpos y sus pensamientos, gatillando un cambio cultural. Las ciencias sociales tenemos mucho que aprender de este fenómeno. Luego vendrán estadísticas que nos intentarán contar cuál fue su impacto, pero hay algo que quedó grabado en esos cuerpos, en esos pensamientos y en esa conversación en la mesa de mi casa, con mis tres niñas mujeres. Y estoy segura, que en muchas más. Creo que, desde hoy, el mundo será un poco mejor para las mujeres. Vamos por más de ese conocimiento que transforma, que se mueve y multiplica.
Esta columna fue publicada en El Desconcierto
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